sábado, 7 de febrero de 2009

Night out with The Scotsmans' girls!!

Lo que iba a ser una inofensiva inauguración en una galería de arte se convirtió en la previa de una nueva resaca. Los productores de vino blanco de Argentina, Australia, Sudáfrica y Chile están contentísimos. ¡Y no es para menos! Los beneficios por sus exportaciones a Escocia se han triplicado desde que que vine hace casi un mes...

Mi jefa quiso compensarme el haber suspendido nuestra cita del festival de teatro alternativo con una invitación al estreno de la obra de una escultora en la galería del Fruit Market, una de las más famosas de la ciudad. Quedamos en un pub frente al periódico, allí estaban otras dos compañeras del curro. Cuando le pedí un vino blanco y apareció con una botella, supe que la cosa iba en serio. Las otras dos chicas se fueron y allí nos quedamos, mano a mano con nuestra botella, que pasó a mejor vida en un santiamén...

En la galería cayeron otros dos vinos por barba: El sitio mola, aunque confieso que no llegamos a ver la exposición, lo que nos obligó a mentir como bellacas cuando la artista nos preguntó qué nos había parecido.... En la galería también estaba otro compañero de Review, del que descubrí algo tan interesante como que es un gran amante de Bernardo Atxaga, lo que nos dio palique para rato!!

Al salir de allí, ya bastante alegres, nos montamos en un taxi con rumbo a un bareto, donde nos esperaban más compañeras del periódico, que tampoco habían estado perdiendo el tiempo... Cayeron otras dos botellas de vino blanco entre las que estábamos. Nunca he sido una gran bebedora ni he tolerado muy bien el alcohol. Pero, de unos años a esta parte, no sé decir que no a una copa de buen vino. Sin embargo, el problema no es tomarse una copa, sino beberse Falcon Crest en un tiempo récord...

Cuando ya pensaba que nos íbamos a casa (y en parte lo estaba deseando, dado mi nivel de taninos, sulfitos y cualesquiera otros ingredientes que lleve el vinarro), ocurrió lo más gracioso de la noche: completamente pedos, nos fuimos a cenar tan campantes a un restaurante italiano. Creo que no me acuerdo ni de cómo llegamos, pero el plato de pollo que comí (¿o engullí...?)estaba delicioso!!! La noche terminó con otro taxi que nos devolvió a cada mochuelo a su olivo. Y (de eso sí que estoy bochornosamente segura, me temo...) no recuerdo ni cómo acerté a abrir el portal, cómo me desmaquillé, ni siquiera cómo me metí en la cama... ¡¡He tenido unos sueños rarísimos!! ¿Empezará esto a ser demasiado grave?

P.D.: Mi jefa es una tía de lo más divertido...

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